lunes, 24 de marzo de 2014

Herramientas útiles para traductores



     Hoy me gustaría contaros algunas de las ayudas con las que contamos los traductores para trabajar. A diferencia de lo que muchas personas puedan pensar, no lo sabemos todo sobre las lenguas con las que trabajamos, ni almacenamos en nuestra memoria (física y personal, la cabeza) toda la información relativa a los proyectos en los que participamos. En particular, os voy a contar cómo me organizo yo y de qué herramientas me valgo para hacerme el día a día un poquito más fácil, de diccionarios y aspectos informáticos os hablaré en otra entrada más adelante.

     Empezaré por el principio, ¿dónde apunto las tareas que tengo que hacer y cuándo tengo que hacerlas? Pues en una agenda de papel de toda la vida. Empecé a utilizarlas en el instituto para anotar los deberes y mantengo la rutina desde entonces; me funciona de maravilla. He intentado cambiar de sistema y actualizarme, pero, oye, la tecnología no me sirve para esto. Con los calendarios de Google o Yahoo, por ejemplo, recibía molestos mensajes recordatorios cada dos por tres que interrumpían más que ayudar y, después, cuando había algo importante, en ocasiones hasta pasaba desapercibido. Conclusión: en mi caso no hay nada mejor que una buena agenda en papel para mantener un registro accesible de las actividades y los asuntos de los que me tengo que ocupar.

     Además, en mi escritorio no falta el papel ni los bolis, así como los rotuladores fluorescentes. ¿Antigualla? Quizá, pero la mesa estaría vacía sin ellos. El papel, siempre reciclado, en sucio, ya que es para hacer garabatos (tipo post-it, que también tengo varios tacos) y acordarme de las tareas pendientes para un futuro muy próximo, como unificar terminología en traducciones o revisiones largas, anotar comentarios para el cliente o preguntas para el gestor del proyecto.

     Por otro lado no puede faltar la esponjita anti estrés. La mía es una minipinta de Guinness, y, para mejorar la ergonomía —paso muchas horas delante del ordenador—, un teclado y ratón externos, además de un elevador de pantalla, una cómoda silla de oficina con ruedas y un reposapiés. Es importante mantener una postura adecuada: codos y rodillas que formen ángulos rectos, y la espalda y el cuello rectos para no sufrir (más) lesiones.

     Y ya, llegando al final por hoy, los aspectos técnicos básicos, útiles para cualquier persona que trabaje con un ordenador: el antivirus y las copias de seguridad. El primero es importante para mantener la «higiene informática» y trabajar a gusto. Por ejemplo, si tenemos uno de esos incómodos virus que abren ventanitas del navegador cada dos por tres nos bajará el rendimiento y se nos quitarán hasta las ganas de sentarnos a vagabundear por la web. Lo de las copias de seguridad es algo que todos sabemos pero que nos cuesta enormemente, no sé por qué. ¿A quién no le ha ocurrido alguna vez un repentino apagón del ordenador con su correspondiente pantallita azul que te dice que o formateas o no se enciende ya más justo antes de entregar un trabajo de la universidad, un proyecto o imprimir un documento importante? Hay programas que realizan copias de seguridad automáticas, como los antivirus que realizan análisis del sistema periódicamente, que a la larga evitan muchos problemas y ahorran infinidad de disgustos y de tiempo.

     Espero que mi experiencia os sirva, al menos de guía, para facilitaros el trabajo diario y la concentración. ¿Cuáles son vuestros trucos? ¿En qué condiciones trabajáis vosotros mejor? ¡Creemos entre todos el despacho ideal!

lunes, 3 de marzo de 2014

Tertulia de Asetrad en Madrid (28/02/2014)



     El viernes 28 de febrero, Asetrad celebró la primera tertulia informal del año en Madrid. Una veintena de profesionales del mundo de la traducción (técnicos, intérpretes y traductores) se reunieron en la sala Clan para charlar y conocerse en un ambiente agradable y distendido. En un principio se iban a unir tres socias de UniCo, pero se perdieron en los encantos de la Casa del Lector y finalmente no pudieron acudir. Esperamos poder coincidir en otra ocasión.

     Aunque el tiempo del que disfrutamos en el restaurante fue un poco escaso, resultó suficiente para poder degustar cada una de las exquisiteces que se sirvieron. El personal estuvo muy atento y servicial, el local estaba bien iluminado y no recuerdo si había música, por lo que pudimos charlar sin dificultad y poner cara a algunos de los nombres que ya nos sonaban.

     Después, a pesar de perder a algunas por el camino, continuamos la velada en La Bámbola, un bar muy curioso, algo retro, con un amplio espacio en el que pudimos también movernos a nuestras anchas y seguir con las discusiones. Según los asistentes iban desapareciendo, los que quedábamos nos íbamos animando al ritmo de La chica Ye-Yé y Black is black para acabar en un bar local de mojitos cubanos donde pusimos fin a una noche interesantísima y sobre todo muy divertida.

    Una mención especial para Héctor Quiñones y María Galán: gracias por vuestra ayuda en la organización, sin vosotros no sé cómo lo habría hecho. También quería agradecer su presencia a los asistentes y a los que quisieron, pero no pudieron venir: ¡os esperamos en la siguiente! A continuación, un par de fotos para la posteridad.

Los que aguantaron hasta el final:





Compañeras de la UAM: