Hoy me gustaría echar un vistazo
atrás y hacer balance del año que acabamos de terminar. 2013 no ha sido uno de
los mejores, pero sí que se ha ganado una mención digna de recordar. Ha sido un
año de «austeridad» (que parece que la palabrita se ha puesto de moda) y de
ahorro. De pruebas que al parecer hemos ido superando con sudor y lágrimas.
A principios de año conseguí que
me aceptaran en el foro de Tremédica, Medtrad
(por motivos administrativos, mi solicitud llevaba en espera bastante tiempo),
y a finales, pasar a formar parte de la Junta Directiva de Asetrad. Estas dos asociaciones me han
permitido encauzar mi trayectoria profesional y conocer a un montón de gente
interesante con la que comparto trabajo e intereses, que después de 5 años
traduciendo a la sombra de la pantalla, ¡ya era hora de salir, ver el sol y
disfrutar! De hecho, en breve asistiré a un encuentro de Asetrad con la SFT en Toulouse, lo que me permitirá
estrechar lazos con los miembros de mi asociación y conocer a nuestros
homólogos franceses. Ya os contaré qué tal la experiencia.
También aprendí a hacer sushi,
galletas y torrijas, descubrí la zumba, disfruté con el Boxing Fitness y visité
a viejos amigos. Un inolvidable viaje a la Bretaña francesa con boda, festival
de la música, viejos amigos Erasmus, nuevos amigos de Irlanda, todo ello
incluido en una cajita de recuerdos que guardo con mucho cariño en un
rinconcito entre las cajas de la mudanza. No hay nada como una visita, aunque
sea relámpago, para avivar la llama de la amistad. Y, a pesar de la tristeza de
perder a varios en el camino, las nuevas personas que han aparecido en mi vida
en 2013 me han hecho muy feliz.
Por otra parte, gracias a los
preparativos de la mudanza y al hecho de completar las tareas pendientes, este
año ha pasado ¡volando! Hice la ruta de 45 km en bici que llevaba soñando desde
hacía un par de años (Dublín-Swords-Malahide-Portmarnock-Dublín), visité de
nuevo los acantilados de Howth y subí a la cima en bici, conocí el anillo de
Kerry y la península de Dingle y viví un Halloween típico que hicieron mucho
más difícil mi partida de la isla.
Si bien es cierto que en el plano
profesional no ha habido grandes cambios ni novedades, todo ha estado bastante
parado, el plano personal lo ha compensado con creces. 2013, año de
experiencias inolvidables que acaba con el cierre de la puerta de mi hogar
durante cinco años, una mochila cargada de recuerdos y una tímida lágrima que
cae sin darme cuenta. Algo difícil de superar, pero lo intentaré. ¡Allá vamos,
2014!
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