miércoles, 9 de octubre de 2013

Mi primer encuentro traductoril: Asetrad X aniversario



A Asetrad:

     Jamás imaginé cómo sería en realidad salir de mi pequeño rincón y ver tu mundo. Siempre leía con mucha atención y envidia sana los mensajes de los asistentes a reuniones, congresos, asambleas, saraos y demás, imaginaba cómo sería si yo pudiera estar ahí. Y de repente, alguien habló; pidió una mano y le ofrecí las dos, me tiré por la ladera de espaldas y sin frenos, esperando disfrutar del viaje. Y así fue como todo comenzó.

     Toledo marcó un antes y un después. Antes, desde mi burbuja, con el ordenador como único amigo era difícil percibir esas sensaciones de las que tanto se hablaba. Al mismo tiempo, cual paradoja, impedía ese contacto que tanto predicaba. Era el momento, había que lanzarse a la piscina: dejar la virtualidad un par de días para vivir una experiencia real. Dejar de lado la vergüenza y el miedo y salir del caparazón.

     Cogí la mano que apareció, me animé a presentarme candidata a la Junta Directiva y decidí asistir a la Asamblea General para participar, por primera vez de forma presencial, en Asetrad. Había dado el primer minipaso. ¿Y ahora qué? Tenía que pensar cómo ir, a quién me encontraría allí (imaginaba que no conocería a nadie), la vergüenza y la timidez se apoderaron de mí. Y entonces... otra lucecita se encendió. Mensaje entrante: CONGRESO ALTERNATIVO DE TRADUCTORAS LENTAS - TOLEDO TIEMBLA. Quizá unirme a un grupo más pequeño facilitara mi integración en la asamblea, ¡podía ser divertido! Un grupo de traductoras (de las que entre ellas solo se conocían tres) organizaron un encuentro alternativo al Congreso X Aniversario y complementario a la asamblea. La mayoría iban juntas desde Madrid, todo ventajas, ¿quién dijo miedo?

     Desde el encuentro en Plaza de España todo fueron risas. Compartimos historias, conocimos Toledo, su cultura y gastronomía, hasta el tiempo nos acompañó. Las nubes fueron clementes y nos concedieron estratégicas treguas entre carcamusas y sinagogas. Con mi casita a cuestas cual caracol pasé un día rodeada de compañeras de profesión divertidísimas con las que no solo compartimos hasta habitación de hotel, sino también anécdotas, inquietudes y planes de futuro. 

     Tan intensa fue la experiencia que al día siguiente, en la asamblea, fue como si de una reunión de la comunidad de vecinos se tratara. Ya no tenía miedo, estaba entre colegas, aunque seguía inquieta por las elecciones, ya que los electores eran numerosos y cabía la posibilidad de que no lograra mi objetivo. Con la suerte que me precedía, seguro que iba a ser yo la que se quedara fuera. Mientras me preparaba para lo peor, cierta inquietud crecía dentro de mí. ¿Sería el café? Las piernas se me tensaron cuando se anunció la lista de integrantes: Verónica Salvador. No me lo podía creer. La sorpresa fue tal que la mente se me nubló y fui incapaz de presentarme, aunque lo hubiera ya hecho el día anterior cienes de veces. Fue el colofón perfecto para cerrar esta aventura.

     En realidad, más que el final podría ser el principio, una mascletà que anuncia lo que parece será una experiencia totalmente nueva, llena de retos y sorpresas. Por ejemplo, la de encontrarme a un compañero de asociación en el aeropuerto para Dublín dos días después, otro signo del destino. Me siento ansiosa por empezar a caminar, mochila al hombro, acompañada de tan grandes profesionales y mejores personas. 

     Gracias por todo, Asetrad, intentaré estar a la altura.

     Un abrazo, ¡nos vemos de nuevo muy pronto!