A Asetrad:
Jamás imaginé cómo sería en
realidad salir de mi pequeño rincón y ver tu mundo. Siempre leía con mucha
atención y envidia sana los mensajes de los asistentes a reuniones, congresos,
asambleas, saraos y demás, imaginaba cómo sería si yo pudiera estar ahí. Y de
repente, alguien habló; pidió una mano y le ofrecí las dos, me tiré por la ladera
de espaldas y sin frenos, esperando disfrutar del viaje. Y así fue como todo
comenzó.
Toledo marcó un antes y un
después. Antes, desde mi burbuja, con el ordenador como único amigo era difícil
percibir esas sensaciones de las que tanto se hablaba. Al mismo tiempo, cual
paradoja, impedía ese contacto que tanto predicaba. Era el momento, había que
lanzarse a la piscina: dejar la virtualidad un par de días para vivir una
experiencia real. Dejar de lado la vergüenza y el miedo y salir del caparazón.
Cogí la mano que apareció, me
animé a presentarme candidata a la Junta Directiva y decidí asistir a la
Asamblea General para participar, por primera vez de forma presencial, en
Asetrad. Había dado el primer minipaso. ¿Y ahora qué? Tenía que pensar cómo ir,
a quién me encontraría allí (imaginaba que no conocería a nadie), la vergüenza
y la timidez se apoderaron de mí. Y entonces... otra lucecita se encendió. Mensaje
entrante: CONGRESO ALTERNATIVO DE TRADUCTORAS LENTAS - TOLEDO TIEMBLA. Quizá
unirme a un grupo más pequeño facilitara mi integración en la asamblea, ¡podía
ser divertido! Un grupo de traductoras (de las que entre ellas solo se conocían
tres) organizaron un encuentro alternativo al Congreso X Aniversario y
complementario a la asamblea. La mayoría iban juntas desde Madrid, todo
ventajas, ¿quién dijo miedo?
Desde el encuentro en Plaza
de España todo fueron risas. Compartimos historias, conocimos Toledo, su
cultura y gastronomía, hasta el tiempo nos acompañó. Las nubes fueron clementes
y nos concedieron estratégicas treguas entre carcamusas y sinagogas. Con mi
casita a cuestas cual caracol pasé un día rodeada de compañeras de profesión
divertidísimas con las que no solo compartimos hasta habitación de hotel, sino
también anécdotas, inquietudes y planes de futuro.
Tan intensa fue la
experiencia que al día siguiente, en la asamblea, fue como si de una reunión de
la comunidad de vecinos se tratara. Ya no tenía miedo, estaba entre colegas,
aunque seguía inquieta por las elecciones, ya que los electores eran numerosos
y cabía la posibilidad de que no lograra mi objetivo. Con la suerte que me
precedía, seguro que iba a ser yo la que se quedara fuera. Mientras me
preparaba para lo peor, cierta inquietud crecía dentro de mí. ¿Sería el café?
Las piernas se me tensaron cuando se anunció la lista de integrantes: Verónica
Salvador. No me lo podía creer. La sorpresa fue tal que la mente se me nubló y
fui incapaz de presentarme, aunque lo hubiera ya hecho el día anterior cienes
de veces. Fue el colofón perfecto para cerrar esta aventura.
En realidad, más que el
final podría ser el principio, una mascletà
que anuncia lo que parece será una experiencia totalmente nueva, llena de
retos y sorpresas. Por ejemplo, la de encontrarme a un compañero de asociación
en el aeropuerto para Dublín dos días después, otro signo del destino. Me
siento ansiosa por empezar a caminar, mochila al hombro, acompañada de tan
grandes profesionales y mejores personas.
Gracias por todo, Asetrad,
intentaré estar a la altura.
Un abrazo, ¡nos vemos de nuevo muy pronto!