Últimamente
me ha tocado revisar algunas traducciones un tanto… peculiares. Tanto que he
llegado a pensar que, aunque estuviera prohibido, el traductor puede haber
empleado herramientas de traducción automática o de otro tipo con el fin de no
tener que ocuparse él mismo del precioso texto del que os hablo.
Lo
primero que pienso es ¿cómo puede un profesional fiarse de estas herramientas
sin echarle un ojo siquiera al resultado final? He encontrado errores de
concordancia de género y número, calcos del inglés e incluso términos sin
traducir. Frases sin ningún sentido, sin puntuación, incoherentes entre sí y
con el tema general del texto. No se deja títere con cabeza.
Cualquier
hispanohablante corriente podría detectar y corregir muchos de los errores con
los que me he topado. Por ejemplo, hablando de recomendaciones de higiene para
las mujeres con el período, se les aconseja que no se duchen. Si lo que desea es
ayudar a una persona a sentirse más limpia y mejor en esos días… ¿cómo se le puede
recomendar que no se duche? Totalmente contraproducente (aunque antaño fuera un
consejo común). El problema venía de la palabra inglesa douche, que la maquinita interpretó como «ducha» en español,
aunque, «ducha» en español, en inglés sea shower.
Entonces, qué, ¿se mezcló el francés también? ¿O se ha sido capaz de adivinar
el significado del término douche (lavado
vaginal)? Pero, entonces, ¿por qué no traducirlo correctamente por «lavado/ducha
vaginal»?
Siguiendo
con las duchas, pero en un texto relacionado con los trastornos visuales, nos
aparece lo siguiente en inglés: Shower of
floaters. En mi opinión, lo primero que hay que hacer con cualquier encargo
de traducción es conocer el tema se está tratando y de qué se está hablando en
particular. Un hispanohablante, ¿entendería lo que es una lluvia de partículas
que flotan? Porque, sin más contexto, yo me imagino de todo menos que en el campo
visual de la persona que padece esto aparezcan puntitos (moscas volantes). Se
trata de un caso de incomprensión del texto original en inglés y de traducción
literal que priva a la oración de todo sentido, que se solucionaría fácilmente
con un par de búsquedas simples en Internet (http://www.visioncareconsultants.com/eye-diseases/flashes-and-floaters.html
, http://en.wikipedia.org/wiki/Floater , http://es.wikipedia.org/wiki/Miodesopsias).
Entonces,
¿qué es lo que nos lleva a no realizar estas búsquedas? Si tenemos dudas sobre
un texto o término y no encontramos lo que significa o cómo traducirlo, ¿por
qué no preguntarlo? Poniéndome en situación, creo que la actitud que se ha
tomado frente a estos casos es un «si cierro los ojos seguro que no me ven». Es
decir, no lo entiendo, pero lo ignoro sin más y espero que el cliente/lector
haga lo mismo. Como si al lector le diera igual entender o no lo que está
leyendo. El texto pierde totalmente su utilidad si no se entiende. ¿Para qué
traducirlo, pues?
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